El Museo del Libro preparaba una
interesante exposición sobre el cartógrafo Pedro Texeira pero, una
de las piezas solicitadas, un famoso plano dibujado por el portugués,
no había llegado a su destino. Rápidamente, desde el Museo y
mediante mis amigos de Academia Evolución, contactaron conmigo que
emprendía viaje hacia la ciudad del Cid.
Inicié la investigación y avancé
rápidamente pero, por una urgencia, tuve que regresar a Londres,
donde fui víctima de una agresión que, al golpearme en la cabeza,
dejó maltrecha mi memoria. Por suerte en
Burgos podía contar con un buen puñado de ayudantes para hacer
averiguaciones mientras yo recuperaba memoria. Pedí ayuda y, una vez
puesto en contacto con muchos/as pequeños/as detectives les envié a
la Academia Evolución para realizar la primera prueba.
Se trataba de una prueba de atención
puesto que en un caso tan complicado quería contar con los mejores.
La respuesta era “manuscrito” y, a partir de ahí, comenzamos a
desvelar misterios. Lo primero que recordé fue seguir a un par de
sospechosos hasta un hotel “cuyo nombre me resultaba muy
familiar”... no pude dar con el nombre pero envíe un plano que
había garabateado en mi cuaderno.
Por supuesto, mis colaborares/as no
dudaron y acudieron al hotel “Norte y Londres” donde una
fascinante vidriera contenía la clave (“Briviesca”) para hacerme
recordar el nombre de un poeta y un poema donde los ladrones habían
escondido la siguiente clave.
Según encontré en un antiguo ejemplar del Diario de Burgos, en Briviesca, ganó uno de sus muchos
premios el poeta burgalés Bernardo Cuesta Beltrán y en uno de sus
textos, se escondía el rastro del mapa desaparecido. Seguro que en
la Librería Espolón sabían en cual así que allí acudieron mis
ayudantes a recogerlo y, con ayuda de unas claves, descifrar que
escondía la palabra “Archivo”
En efecto, el Palacio de Castilfalé,
sede del Archivo Municipal de Burgos se había utilizado también
para transmitirse mensajes entre los cómplices del robo.
Concretamente habían creado un código secreto con los símbolos que
adornan una de las verjas anexas al edificio.
No fue sencillo descifrarlo pero los
pequeños y las pequeñas detectives son investigadores/as de primer
nivel y supieron dar con la frase oculta: “Code is 1854”. ¡Justo
lo que necesitábamos! Y es que, el día que los sospechosos huyeron
a toda prisa de la ciudad olvidaron una tablet que rápidamente hice
llegar a Tecland, una excelente consultoría informática donde
lograron desencriptar un e-mail trascendental.
Lamentablemente sin el código de
desbloqueo no era posible acceder a la tablet pero ese “Code is
1854” era nuestra salvación. Tecleando esos dígitos, accedieron
al e-mail cuya contenido resultó ser definitivo.
El mapa estaba escondido en “el museo
de los libros”, es decir que nunca llegó a salir del Fadrique de Basilea. Ya sólo
faltaba buscar “debajo del mapa de trébol” y dar con el
manuscrito de Pedro Texeira.
Muchísimas gracias a todos y todas mis
ayudantes. Es magnífico trabajar con gente tan preparada y
dispuesta. Si alguna vez necesito ayuda en Burgos de nuevo, contaré
con vuestras habilidades. La Academia Evolución quiere recompensar
vuestra magnífica labor con una sorpresa doble a sortear entre
quienes completaron el caso por completo. En un par de semanas lo
contaremos por e-mail y en este mismo blog.
Gracias a: Academia Evolución Hotel
Norte y Londres, Diario de Burgos, Raúl Briongos, Mirbind, Librería
Espolón, Archivo Municipal de Burgos, Tecland y a Tatiana y Laura
del Museo del Libro. Y, por supuesto, a Sir Arthur Conan Doyle.